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El post-Covid en el deporte: algunas razones para el optimismo 

  07/01/2022 18:17 ARTÍCULOS


Todos los ámbitos socioeconómicos, incluido el deporte, evalúan abultadas pérdidas en las cuentas de resultados a causa de la pandemia de la Covid-19. No perdamos demasiado tiempo en lamentar las dimensiones de la catástrofe ocasionada en el deporte. Baste decir que el deporte escolar ha perdido todo un año de formación; el deporte federado de base ha estado igualmente muy restringido una temporada y media, sin público y sin poder competir con regularidad; el deporte profesional ha buscado sus propias soluciones y ha conseguido, no sin dificultades, terminar las respectivas competiciones oficiales.

En concreto, y centrando el objeto de esta reflexión en el deporte para todos, el deporte municipal, el sector del fitness y el mundo de los gimnasios han visto su inscripción de socios reducida a la mitad o más incluso.

Aunque desde el pasado otoño ya se perciben claros indicadores de recuperación, no parece que ésta se pueda alcanzar hasta la primavera de 2022. A partir de ese momento, creo razonable pensar que se crecerá con fuerza en la industria del deporte si se actúa con inteligencia para aprovechar algunas oportunidades que ya podemos identificar. Veamos.

En septiembre de 2015, los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas adoptaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: un plan de acción compuesto por 17 Objetivos y 169 metas, cuyo el propósito es poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y hacer frente al cambio climático para el 2030.

El deporte puede y debe contribuir de manera muy directa a la consecución del Objetivo 3, Salud y bienestar, y de manera indirecta a otros 11 objetivos; tiene mucho que aportar en 20 de las medidas señaladas.

La industria del deporte deberá posicionarse de una manera estratégica interesada para aprovechar las potencialidades y las sinergias que ofrece este Plan que, recordemos, es consenso mundial y que está presente en todas las agendas de las políticas públicas del planeta.

En noviembre de 2020, por su parte, la Organización Mundial de la Salud presentó las nuevas Directrices sobre actividad física y hábitos sedentarios. Actualiza las recomendaciones existentes que parecían desfasadas. Fruto del consenso científico, entre otros mensajes y propuestas, afirma que:

1) La actividad física es buena para el corazón, el cuerpo y la mente.
2) Cualquier cantidad de actividad física es mejor que ninguna, y cuanta más, mejor.
3) Toda actividad física cuenta.
4) El fortalecimiento muscular con ejercicios de fuerza beneficia a todas las personas.
5) Demasiado sedentarismo puede ser insano. Puede incrementar el riesgo de cardiopatías, cáncer y diabetes de tipo 2.
6) Todas las personas pueden beneficiarse si incrementan la cantidad de actividad física para reducir o compensar los riesgos de los hábitos sedentarios.

Estos potentes mensajes están calando en el conjunto de la sociedad y las y los gestores del deporte de cualquier ámbito deben aprovecharlos para beneficio de las personas, de la sociedad y de la industria del deporte.

El concepto de ciudad activa está irrumpiendo con fuerza en nuestra conciencia colectiva. Los equipamientos deportivos deben repensarse para que puedan ofrecer y prestar servicios perceptiblemente seguros, accesibles y atractivos para todo tipo de personas. Sobre todo, para más de la mitad de la población que es inactiva. En este sentido, el deporte comienza a concebirse como el medicamento genérico universal. Y, por otra parte, es preciso desarrollar un urbanismo más amable donde desarrollar una vida activa sea una opción fácil para todo tipo de personas, repensando los espacios deportivos, las viviendas, las calles, los parques. En general todos los espacios públicos deben propiciar mayor actividad física, favorecer la movilidad no motorizada, menos contaminante y más respetuosa con las personas. La bicicleta, muy especialmente, y otras formas de movilidad deben encontrar acomodo seguro, agradable y gratificante.

Las ciudades y los pueblos podrán encontrar oportunidades para desarrollar su economía a través de propuestas de fomento de turismo activo con base deportiva en cualquiera de sus múltiples formas.

La gestión del deporte deberá aprovechar las oportunidades que se presentan con estos nuevos abordajes del concepto de ciudad. La ciudad vista como un espacio holístico para el deporte, abierto, proactivo y amable para hacer más fácil y saludable la vida de las personas que lo habitan.

Hace casi un siglo que se formulara la Teoría de la motivación humana (A Theory of Human Motivation, Abraham Maslow, 1943), y aún tiene vigencia, aunque su interpretación requiera de una nueva visión.

Hasta hace algunos años, el deporte se situaba en la parte alta de la pirámide de Maslow: entre aquellas necesidades relacionadas con el reconocimiento y la autorrealización. Sin embargo, en la sociedad moderna actual y dado los estilos de vida preponderantes, la necesidad de movimiento diario suficiente (en frecuencia, volumen y en intensidad) ya ocupa la base de la pirámide, junto a las necesidades básicas y fisiológicas de las personas. Como nos recuerda el profesor Luis Solar, el deporte hoy no es sólo una opción personal, no es sólo un derecho de cada persona, es, cada día más, una necesidad básica de cada individuo y de toda la sociedad.

La gestión post-Covid del deporte tiene que aprovechar la oportunidad de este enfoque revisado. Y es seguro que encontrará las formas de hacerlo parque el binomio deporte-salud se ha reforzado en el confinamiento, en la desescalada y se reforzará en la nueva normalidad.

Para muchísimas personas que descubren ahora la necesidad básica de realizar ejercicio físico suficiente para su salud, resulta imprescindible la ayuda profesional directa para asegurar los potenciales beneficios. La regulación de las profesiones del deporte adquiere una importancia capital y requiere de las administraciones competentes una normalización que vincule de forma razonable y pragmática la formación académica y el ejercicio profesional. Y aunque es un asunto controvertido y complejo, es mejor una regulación imperfecta que la ley de la selva actual propiciada por la desregularización más absoluta. Ya lo vemos en calles y parques de nuestras ciudades, donde sin ningún tipo de control administrativo, se dirigen entrenamientos a grupos de actividad sin la mínima garantía para la seguridad y la salud de las personas participantes. Y sin el más mínimo control fiscal ni laboral.

La gestión del deporte en los tiempos venideros deberá prestar atención a estas nuevas e interesantes formas de practicar el deporte al aire libre, y aprovechar las oportunidades que se presentan con personas profesionales formalmente formadas y competentes por la seguridad y la salud de los participantes.

La pandemia causada por el SARS-CoV-2, como todas las grandes crisis, ha hecho temblar los cimientos más sólidos de las estructuras sociales, empresariales y políticas. También ha afectado seriamente a las formas de gestión del deporte, los modelos organizativos y la propuesta de valor. Será preciso recrear el modelo de negocio en muchos casos, tanto en el sector público como en el privado. Los centros deportivos de gestión privada encontrarán su modelo eficiente, serán absorbidos o desaparecerán.

Entre los públicos, el deporte municipal, iniciado en los años ochenta y desarrollado con éxito hasta ahora, presenta señales de obsolescencia: en el concepto de instalación y espacio deportivo, en su forma de gestión como servicio público (departamentos estancos en forma de organismos autónomos) y en los cuadros directivos que lo han dirigido y protagonizado (mayoritariamente proceden de los orígenes). Deberán encontrar las fórmulas que permitan impulsar un nuevo modelo más flexible, escalable a todos los tamaños de municipio, rentable y sostenible. Quienes lideren este cambio deberán visualizar y definir con la cultura actual (intenso uso de la tecnología, digitalización de la gestión, transición ecológica, sostenibilidad, gobernanza, empleo estable y no precario, fomento de la igualdad, …) un nuevo modelo de intervención deportiva para satisfacer las necesidades crecientes de ejercicio en todas las personas, de todas las edades y a lo largo de toda la vida.

Las claves de la innovación del modelo de deporte municipal podemos centrarlas en las cuatro perspectivas estratégicas siguientes:

1. Uno de los retos más importantes que tienen por delante la gestión deportiva municipal (el municipal seguirá siendo el agente principal de la promoción del deporte, y, además, ganará centralidad tras la crisis de la Covid) es mejorar sus resultados económico-financieros: los precios no se ajustan a los costes, el deporte federado no abona por lo general cantidad alguna por el uso de los espacios deportivos municipales, su nivel de autofinanciación es bajo, etc., y sus costes muy altos y creciendo-. El escenario, tal como lo conocemos-, parece poco sostenible o directamente insostenible. La necesaria innovación tiene que venir, también, desde esta perspectiva.
2. El deporte ya es considerado un indicador de desarrollo de pueblos, ciudades y territorios. El concepto de ciudad activa donde hacer deporte y moverse de manera no motorizada, sea fácil, cómodo y seguro, esto es, gratificante, deberá desarrollarse para que resulte un todo coherente y sostenible, donde las personas sean lo más importante siempre. Hay mucho terreno por este lado también.
3. Por mucho que algunos lo pongan en duda, las instalaciones deportivas seguirán siendo esenciales en la promoción del deporte en todos sus ámbitos. Y las existentes necesitan de una profunda reconversión. Aunque siga creciendo la práctica outdoor, será complementaria a la que se realiza en los centros deportivos, muy especialmente para las personas que se inician y se incorporan a la vida activa, en el deporte escolar y en el federado del todos los niveles.
4. En un sentido más clásico, pero no por ello menos importante, la gestión energética de frío y calor de las instalaciones deportivas como enormes consumidoras de recursos -electricidad y gas, sobre todo-, requiere de más investigación, desarrollo e innovación. Y también requiere de fuertes inversiones económicas para modernizarlas y hacerlas más eficientes y menos contaminantes.

Todas estas necesidades que están irrumpiendo, aunque ya se podían intuir, son oportunidades que justifican un razonable optimismo en la gestión del deporte post-Covid.

En España existe un tejido empresarial en el sector del deporte para todas las personas -y en el deporte escolar federado y de alto rendimiento también- que tiene un apreciado know how, mucha fortaleza y un enorme y creciente atractivo para los inversores. Son conocidas las operaciones financieras en el sector del fitness concesional anteriores a la pandemia. Pero, también, en plena crisis se han producido interesantes operaciones que han supuesto la adquisición total o parcial de operadores de concesiones públicas en España por fondos de capital internacionales. Estos movimientos de capital son motivo para el optimismo. Es posible que hayan comprado barato. Pero ni comprando barato interesa la operación si no se esperara una rentabilidad razonable de las inversiones. Hay motivos para ser optimistas en un futuro distinto e interesante para la gestión del deporte y sus inversores.

Esta pandemia también ha acelerado que el deporte adquiera una posición de mayor centralidad en el plano individual, social y en la agenda política. Se han presentado varias proposiciones no de ley en algunos parlamentos regionales y en el Congreso de los Diputados, declarando la esencialidad de la actividad física, el ejercicio y el deporte. Se han sucedido las declaraciones de todo tipo (de ámbitos profesionales, de empresas, de medios de comunicación, etc.) hasta constituirse una importante corriente de opinión pública que afirma que el deporte es parte indispensable de la solución.

A ello ha contribuido lo que podríamos denominar el imperio de la evidencia científica. El desarrollo de las vacunas es un hito de la ciencia sin paragón. Además, en este tiempo de pandemia, ya antes, pero parece haber arreciado, se suceden los estudios científicos que demuestran los beneficios de la práctica deportiva para todo tipo de personas (sanas y enfermas, jóvenes y mayores) y para todo tipo de problemas físicos y mentales. Los beneficios del deporte para la salud, la educación y la economía se han puesto en valor. Lo reconoce la ONU, la OMS… La esperanza y longevidad de vida, éxito indiscutible de la ciencia y de la sociedad actual, exige afrontar un envejecimiento proactivo desde la niñez. Sin embargo, aún más de la mitad de la población española no es activa, y ha crecido con el estado de alarma y con el miedo que se ha generado. ¿No es esto una oportunidad en cuanto desaparezca el miedo? Creo que ha llegado el momento de que los centros deportivos desplieguen todas sus estratégicas comerciales para atraer a muchos y nuevos clientes con una oferta renovada.

Finalmente, la cultura y el deporte han sido incluidos como palanca de transformación en el Plan ‘España Puede’: Plan de recuperación, transformación y resiliencia de la economía. Y en los planes similares de todos los países de nuestro entorno. Financiación para el deporte parece que habrá suficiente.
 
Todo esto nos hace ver el futuro del deporte en la sociedad post-Covid con optimismo. La vacunación masiva, combinada con el respeto generalizado y mantenido de ciertos hábitos higiénicos básicos con los que tendremos que convivir, también ayudan a ser optimistas.

El aprovechar las oportunidades dependerá de las y los gestores del deporte. Dependerá de nosotras y de nosotros. Ánimo y suerte.

 

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Federación de asociaciones de gestión del deporte de España

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